"Cuando dejas de perseguir tus sueños, ellos te persiguen a ti con rostro de la frustración" Cassandra Rock
Lo que en principio debía ser un día como
cualquier otro, se convirtió en una pesadilla para muchos padres. Un día en que, a
pesar del desenlace y los años, nunca podremos olvidar.
No recuerdo en que es lo que estaba haciendo
en ese momento, pero lo que dijeron por la televisión hizo que perdiese todo
interés por lo que me rodeaba..
“(Presentador)
Sentimos
interrumpir la emisión pero hemos recibido una noticia de ultima hora. Al
parecer un extraño fenómeno está ocurriendo en la pequeña población de Liberty”
Fue escuchar el nombre de mi ciudad y dejar
que mi atención se centrara completamente en las imágenes del colegio donde
estudiaban mis hijos. Sentada sobre el sofá rezaba en silencio para que mis
hijos no estuvieran sufriendo ningún daño.
“Presentador:
Nuestra
compañera Gloria se ha desplazado al lugar de los hechos. Conectamos con ella.
—Gloria,
¿Qué es lo que está sucediendo?
—Buenos
días Ignacio. De momento apenas tenemos datos concretos, sólo podemos decir que
los niños no han sufrido ningún daño, pero desconocemos que es lo que esta
sucediendo realmente. Los pocos datos que disponemos son de un profesor que se
ha escapado. “
Me levante y agarré con rapidez el abrigo
y las llaves del coche, ni me di cuenta de que dejaba el televisor encendido
hasta que…
“—Señores
espectadores, la policía nos acaba de solicitar que por favor, insisto, que por
favor no se acerque ningún padre a la escuela por la seguridad de los menores.
Recuerden, es muy importante que permanezcan lo más alejados del lugar para
evitar cualquier incidente que ponga en peligro la seguridad de los menores.
—De
acuerdo Gloria. ¿Pero nos puedes explicar que es lo que está pasando?
La presentadora resopla.
—Lo
siento Ignacio, pero es que yo apenas me lo puedo creer.
(Presentador).
—Interrumpimos la retransmisión..... Mis
compañeros me informan de que disponemos de un video en el cual el profesor
habla del extraño fenómeno que ataca desde hace un par de horas a esta
escuela.”
No podía parar de temblar, me dolía el estómago, estaba tan ansiosa
por escuchar lo que decía el profesor que ni me percaté de que llevaba aún el abrigo puesto y empezaba a sudar.
“(Presentador)
—Queridos
espectadores, el video que van a poder ver a continuación contiene
declaraciones en exclusiva del maestro de la escuela, rogamos que si hay
menores a su lado no lo vean, puede herir su sensibilidad”
De forma inconsciente busqué a mis hijos por
la sala. Entonces me percaté de que el motivo por el cual estaba allí era
porque ellos estaban en esa escuela. Estaba furiosa conmigo misma, deseaba ir al colegio y entrar a buscar a mis hijos, pero al mismo tiempo, me daba miedo que esa situación pudiera poner en peligro sus vidas. Si les pasara algo, no me lo podría perdonar.
“(Grabación)
Buenos
días señor Gallardo. Usted es profesor de matemáticas en la escuela, ¿nos
podría explicar lo que esta sucediendo?
—Dios
mío, ha sido horrible.
—Por
favor, diríjase a la cámara tal y como le explicado antes y, repita todo lo que
me ha dicho.¿De acuerdo?
—Si, si—Se frota la frente y respira hondo— Eran
las 12 y cuarto, aproximadamente, cuando estaba en clase enseñando a mis
alumnos a resolver ecuaciones de segundo grado —Garraspea—Estaba escribiendo
unos problemas en la pizarra para que ellos lo resolviesen cuando.. el excesivo
silencio reinante en la clase, me ha hecho sospechar que algo sucedía. Ya me
entiende, lo niños cuando no hacen ruido, es que hacen algo que no deben”
¡Maldita sea, habla de una vez! Exclamé con
los puños cerrados, como si pudiera intimidarle desde mi propia casa.
“—¿Y
qué vio?
—En
principio no me pareció nada raro. Todos mis alumnos estaban con lápiz en mano
escribiendo sobre sus libretas, pero cuando me acerqué a uno de ellos vi que no
copiaba las ecuaciones, sino que estaba haciendo un dibujo. Eso hizo que me
enfadase mucho y le pregunté al niño por qué hacía un dibujo en mi clase, que
eso no era la clase de plástica; me respondió que esa no era su intención, que
el lápiz no le dejaba hacer otra cosa. Si le he de ser sincero, el dibujo era
espectacular, un árbol extremadamente detallado para un niño de su edad, pero,
a pesar de eso, levanté la cabeza y en voz alta pregunté a los demás chicos si
había alguno que se sentía obligado por el lápiz a hacer dibujitos. Mi sorpresa
fue cuando el resto de los alumnos me contestaron que a ellos también les
pasaba. Me quedé de piedra. Le juro que pensé que era una broma que habían planeado la clase entera.
Con rabia cogí el lápiz de uno de ellos y lo partí furioso mientras les decía
que no estaba para bromas o les castigaría a hacer una hora más de clase, me
giré hacia la pizarra con el dibujo en la mano, cuando un grito de uno de los niños
hizo que me volviera hacia ellos y entonces los vi….
—Por
favor, señor Gallardo, relájese y cuéntenos el resto.
—Los
lápices parecían tener vida propia, se apartaron de las manos de los niños y se
dirigieron hacia mi a toda velocidad con sus puntas perfectamente afiladas, seguidos de los
bolígrafos. Se pararon a apenas unos centímetros de mi cara y entonces una
lluvia de gomas de borrar hizo que saliese corriendo de la clase. ¡Meeec!
Perdón, no debía haber dicho eso, temía por mi vida ¡entiéndanlo!”
Lo juro, por un segundo pensé que era una
broma del canal de televisión, una broma de muy mal gusto, pero lo que vi a
continuación hizo que se retirase inmediatamente ese pensamiento de mi cabeza.
“Presentador:
—Gloria,
¿Esto que nos está contando es cierto? Por que a mi me parece de lo más
inverosímil.
—Mira
Ignacio, el profesor Gallardo nos ha dejado el dibujo de su alumno. Sólo tiene
7 años y ha dibujado un árbol que ni siquiera se encuentra en nuestro
continente.
—Impresionante.
¿Qué ha dicho la policía al respecto?
—La
policía insiste en que mantengamos la calma. Un agente nos ha informado que
están vigilando el interior de las aulas y todo parece de lo más normal. Los
niños se encuentran bien, sentados en sus mesas, sólo temen por la vida de los
profesores que están rodeados de lapiceros, bolígrafos e incluso, las gomas de
borrar y las tizas les tienen amenazados. Pero por ahora no han dado más detalles.
Lo único que te puedo decir es que ha venido varios furgones de las fuerzas de
asalto; suponemos que a la espera de poder encontrar una solución a esta
extraña situación.”
Mientras tanto, en el interior de una
de las clases…
—Niños, no os mováis. Todo irá bien.
La señorita de los alumnos más
pequeños, Carmela, los abrazaba intentando darles un poco de tranquilidad mientras cientos de lapiceros de colores y demás
artilugios para escribir estaban frente a ellos, observando cada uno de sus
movimientos. Carmela no sabía cuantos minutos habían pasado, pero se le
hicieron eternos hasta que vio como se unieron entre ellos formando una figura
antropomorfa. Se desplazaba con movimientos rápidos y a los pocos minutos, salió de la clase dejándola con la boca
abierta y muy asustada.
La figura se movió con rapidez por
los pasillos de la escuela en dirección al despacho del director del centro. Este se había escondido tras un armario archivador, como si de alguna forma
supiese que lo estaban buscando. Encogido, temblando de miedo, aguardaba con resignación su final . Sin ningún tipo de miramiento, la figura entró
rompiendo la puerta con los brazos llenando el suelo de astillas de madera. Miró la sala y al no verlo lo llamó por su nombre.
—¡Carlitos!, sal de dónde estés.
—No, no quiero, me vais a matar, lo
se—Respondió el director.
La figura ladeó la cabeza
sorprendida.
—No queremos matarte, hemos venido a
buscarte. ¿O es que ya no recuerdas la promesa que nos hiciste cuando eras un
niño?
—¿Qué promesa? Yo no recuerdo ninguna
promesa.
Por supuesto que la recordaba, pero
tenía tanto miedo a salir que no pudo evitar mentir ante sus amigos de la
infancia. Hacía demasiados años de ese día, esa inocencia que le hizo pensar
que podía comerse el mundo con sus dibujos. Recordaba perfectamente esa tarde en la que en voz alta, de pie sobre la silla de su habitación y con las manos repletas de lápices de colores, dijo en voz alta:
—¡Prometo que siempre dibujaré con vosotros en mis manos y si algún día dejo de hacerlo, venid a buscarme!
Habían pasado los años y demasiadas
veces se había arrepentido de su decisión. Recordó las palabras de su padre: ”Los
sueños no te van a dar de comer, deja esas tonterías de dibujar y estudia algo
que tenga futuro”. Él asintió sin rechistar y estudió dos años de económicas
para dejarlo y dedicarse a la enseñanza. Pensó que era la mejor forma de estar
cerca de su verdadera pasión, dibujar. Pero siempre tenía miedo de dejarlo todo por ese sueño. Con el tiempo, perdió la esperanza y solo le consolaba el estar rodeado de niños, al principio coló algún que
otro dibujo suyo haciéndolo pasar por el de un alumno aventajado, pero la rutina y
la desidia hicieron que pronto dejase de hacerlo y acabó convirtiéndose en el
huraño y aburrido director Carlos Cabrera.
—No tienes escapatoria. Sabemos que
quieres venir con nosotros.
—No puedo —Respondió.
—¿No puedes o no quieres? Si
realmente no quieres, nos iremos sin hacer ruido. Tu elijes Carlitos, pero
sabes que si elijes mal, el dolor te consumirá.
—Lo se, pero, yo no…. —Balbuceó— Yo tengo miedo
La figura se acercó al armario
archivador y lo retiró con cuidado de no hacer daño al director.
—Ven con nosotros—Le dijo acercando una mano construida con lápices de colores.
Carlitos
sonrió, volvía a ser un niño y dejó que la figura lo ayudase a levantarse. Una
vez frente a ella, asintió con la cabeza y ambos se marcharon desapareciendo
entre los pasillos del colegio.
“(Presentador)
—Señores
espectadores, noticias de última hora. En directo con nuestra compañera Gloria
desde la ciudad de Liberty, en el colegio que ha estado atacado por un extraño
suceso. Adelante Gloria.
—Hola
Ignacio. Como pueden ver a mis espaldas, la policía ha liberado a los alumnos y
profesores que estaban retenidos.
—¿Qué
ha pasado Gloria?
—La
policía no se lo explica, de pronto los lapiceros, bolígrafos y demás útiles
usados en la escuela para dibujar o escribir están esparcidos por los suelos y
son totalmente inofensivos. Sólo nos han informado de la desaparición del
director del centro, Carlos Cabrera. En breve podrán ver la foto de él. La
policía va a facilitar un teléfono de atención al ciudadano para que puedan
informar si alguien lo ve.
—¿Y
los niños?
—Los
docentes se disponen a llamar a los padres para que vengan a buscar a sus
hijos. Insistimos, no hay nadie herido ni ningún niño presenta ninguna herida,
tan sólo un pequeño susto.
—Muchas
gracias Gloria. Señores espectadores, hoy es un día especial para todos,
nuestros hijos están sanos y salvos, aunque nunca podamos explicar que es lo
que realmente ha sucedido, al menos estamos tranquilos. Buenas tardes”
El teléfono sonó, al descolgarlo, escuché la
voz de la maestra de mis pequeños, nunca me había alegrado tanto de escuchar la voz de esa mujer y a pesar de que no podía parar de llorar, le dije
que ahora iba a buscarlos. Camino a la escuela recordé la foto del director,
Carlos Cabrera, al principio no lo reconocí, habían pasado muchos años, pero
recuerdo perfectamente a ese niño, a Carlitos y como me dibujó con tan solo 5
años. Mis padres llamarón a los suyos para felicitarlos por el magnífico retrato que me hizo, demasiado bueno para un niño de tan corta edad, pero sus padres se enfadaron mucho y se que le castigaron
tirándole todos sus lápices de colores a la basura. Pobre Carlitos, pensé.
Entonces les vi, mientras salía del coche, sus caritas sonriendo venían hacia mi con los brazos abiertos.
—Mamá ya está aquí con vosotros—Les dije mientras los abrazaba con todas mis fuerzas.
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